El anuncio del cierre de Pocket me agarró en una situación bastante particular: viajando en bicicleta, con poca conectividad y tiempo para pensar qué hacer con ello. Afortunadamente mientras el servicio todavía funcionaba, aproveché una pausa de varios días con buena conexión para resolver el asunto. Probé algunas alternativas y terminé migrando a Instapaper.
En otro momento hubiera optado por alguna alternativa autoalojada como Wallabag que ya he probado antes, pero en estos momentos no tengo infraestructura para ello, y en Instapaper encontré un servicio simple, funcional y usable out of the box, incluso en su plan gratuito. Y siendo honesto, en estos momentos no necesito mucho más que eso. Guardar artículos, leerlos cómodo, sincronizar entre dispositivos y listo.
Integración con Kobo
Poco después vino una buena noticia: Kobo decidió reemplazar la integración de Pocket por Instapaper en sus dispositivos. Eso significó que pude seguir usando mi Clara 2E exactamente como lo hacía con Pocket. Ese detalle que podría parecer menor para mí es clave. El eReader sigue siendo el lugar donde realmente leo, o al menos donde prefiero leer artículos largos de forma tranquila, sin distracciones. El teléfono en ese sentido es apenas una bandeja de entrada.
Migrar no es copiar y pegar
Ahora bien, aunque exporté todos mis datos de Pocket, tomé la decisión deliberada de no importar todo automáticamente en Instapaper. Pocket se había convertido en un depósito arqueológico. Artículos de hace años, cosas que “algún día” iba a leer, enlaces que ya no me interesaban. Importar todo eso era trasladar el desorden intacto.
Así que opté por algo más lento, pero mucho más sano: hice una revisión manual rápida y me quedé apenas con 20 o 30 artículos que de verdad valía la pena conservar. Posiblemente perdí cosas interesantes en el camino, pero me quedé con textos de los cuales estoy seguro que quiero releer o que siento que dicen algo importante.
Con más tiempo hubiera hecho una mejor selección, pero estoy conforme con ello, si algo he aprendido en este viaje es a decidir qué no vale la pena seguir cargando.
Aprovechar el quiebre para ordenar mejor
Ya que estaba cambiando de servicio, decidí ir un paso más allá y repensar cómo organizo lo que leo, pues mi sistema hasta el momento no funcionaba del todo bien. Pero esto no ocurrió hasta hace poco. Mientras mantuve una estructura de carpetas muy rudimentaria, y al no agregarle demasiados artículos en los últimos meses el desorden no fue demasiado.
Recientemente, aprovechando algunos días tranquilos, estuve revisando un poco el contenido que almacenaba allí e intercambiando algunas ideas con un LLM, hasta que decidí dejar de clasificar solo por temas (tecnología, viajes, productividad, etc.) y opté por una estructura basada en la intención de lectura.
En Instapaper ahora organizo los artículos así:
Ahora / Prioridad Lo que quiero leer pronto. Si entra acá, sale en pocos días, leído o descartado.
Actualidad Noticias y opinión para entender qué está pasando, no importa el tema, siempre es contenido con fecha de vencimiento.
Aprender Artículos que mejoran mi capacidad técnica/profesional: redes, seguridad, cloud, arquitectura de sistemas, etc.
Pensar Artículo que me aportan ideas o criterio (liderazgo, toma de decisiones, diseño, manifiestos). Textos que no enseñan cómo, sino por qué.
Inspiración / Cultura Ensayos, historia, análisis de libros o series. Lecturas por placer.
Proyectos personales Todo lo que guardo porque sé que me va a servir para algo concreto: fotografía, blog, viajes, ciclismo.
Viajar / Movimiento Rutas, planificación, cicloturismo, vida nómada..
Cocina / Vida cotidiana Recetas, técnicas, ideas prácticas. Cosas que puedo usar en mi vida cotidiana, lejos de la tecnología o el ámbito profesional.
Archivo / Referencia Textos que no son urgentes pero merecen ser conservados.
Posiblemente en el futuro agregue alguna carpeta extra, pero la idea es mantener pocas y siempre ordenando los artículos pensando en la intención y no en el tema.
Carpetas para la intención, etiquetas para el tema
Además de reorganizar las carpetas, decidí empezar a usar etiquetas (que Instapaper incorporó hace poco tiempo), pero con reglas autoimpuestas, claras y no negociables para no romper el sistema.
Las carpetas responden a una pregunta muy concreta: ¿para qué quiero leer esto?. Las etiquetas en cambio responden a otra distinta: ¿sobre qué trata este artículo?
Pero como mencionaba, para que eso funcione, me impuse algunas reglas:
- Una etiqueta = un concepto claro. Nada de “varios”, “miscelánea” o “interesante”. Eso no clasifica nada.
- No repetir lo que ya dicen las carpetas. Si un artículo está en la carpeta «Viajar» no tiene sentido etiquetarlo como “Viajes”. La redundancia no ayuda a encontrar cosas.
- Máximo dos o tres etiquetas por artículo. Más que eso no tiene sentido. Si necesitás cinco etiquetas, probablemente no tenés claro de qué trata el texto.
- Las etiquetas describen el contenido, no el uso. “Cloud”, “Liderazgo”, “Software libre”, “Equipamiento fotográfico”. Sustantivos claros, ideas reconocibles.
La combinación de ambas cosas —carpetas por intención y etiquetas por tema— terminó siendo mucho más potente que cualquiera de las dos por separado. Y como efecto no planificado, me está permitiendo mantener Instapaper más limpio, porque al momento de pensar cómo clasificarlo y etiquetarlo cada artículo tiene que justificar por qué está ahí.
Ahora leo mejor
El cierre de Pocket fue una pequeña molestia, sí. Era un servicio que realmente me gustaba y funcionaba bien. Pero resultó productivo para frenar, revisar y mejorar.
En estos momentos tengo menos artículos guardados, menos carpetas de poca utilidad y más claridad sobre qué quiero leer y cuándo. El sistema en general está más ordenado, y no porque sea más disciplinado, sino porque me obliga a tomar decisiones y clasificar de forma más precisa. Y eso, incluso en algo tan aparentemente trivial como “leer después”, hace una diferencia enorme.