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6 años de ciclista urbano

Seis años en principio no suponen una cifra digna de celebración (tal vez a los 10, o mejor 25 años serían una fecha memorable), ni tampoco representan todo el tiempo que llevo como ciclista, pero sí desde hace aproximadamente seis años en estas fechas tomé la decisión de volverme un ciclista urbano.

No es la misma experiencia la de un ciclista ocasional (y en el interior de Uruguay), o inclusive un ciclista de competición que la de un ciclista urbano. Volverme un ciclista urbano, adoptar la bicicleta como un medio de transporte habitual en una ciudad con una población como la de Montevideo implicó modificar sustancialmente mi relación con la bicicleta; hablo de ser más consciente del lugar que ocupamos los ciclistas en el tránsito: no circular por las veredas, entender los tiempos de desplazamiento, llevar luces de posición y casco, etc., lo que se dice ser un vehículo más en el tránsito.

Fue allá por el 2016 entonces cuando decidí cambiar mi vieja bicicleta por una bicicleta híbrida en condiciones para salir a pedalear en la ciudad, incorporándola cada vez más en mis desplazamientos cotidianos y complementándola con participar en la Masa Crítica de Montevideo.

Bastante tiempo ha transcurrido desde entonces sin que apenas me diera cuenta, me acostumbré bastante rápido al uso de la bicicleta como un medio de transporte. Tanto así que desde entonces a ahora adquirí una motocicleta que utilizo para desplazamientos muy puntuales, y en cambio tengo tres bicicletas que utilizo a diario. La moto se limita a los desplazamientos estrictamente necesarios, y es en cambio la bicicleta el medio de transporte que elijo para mantenerme activo, desplazarme de forma ágil, disfrutar los trayectos, manejar mis propios tiempos (ya no dependo del mal planificado transporte público de la ciudad) y varias aventuras más.

«Amanecer», mi bicicleta fixie.

En estos años pasé de ser un simple usuario de bicicletas a interiorizarme en su mecánica, reparando y modificando mis bicicletas e inclusive armando una desde cero («Amanecer», mi bicicleta fixie/piñón fijo), algo que he aprendido a disfrutar muchísimo y complementa muy bien mi actividad laboral en informática (se agradece alejarse un poco de las pantallas y dedicarse a tareas mecánicas). También me ha servido para conocer y vincularme con personas extraordinarias, de las cuales podría destacar el grupo de ciclismo de Reddit en r/uruguay (o «BiciRedditUy» para los amigos), la comunidad de Musimovil, un hermoso proyecto de «cultura sobre ruedas», y algunas personas que me han acompañado en más de una rodada memorable.

Pedaleada para celebrar el Día de la Luz (Montevideo, 2021).

También he ido incorporando nuevas actividades ciclistas y con ellas distintas bicicletas: además del ciclismo urbano practico ciclismo de ruta con «Cielo Negro» (una S-Pro Veloce modificada), y cada vez más practico cicloturismo con mi queridísima Scott Sub Cross 50 equipada para ello. Son nuevas formas de relacionarme con la bicicleta que he descubierto en estos últimos años y han pasado a ocupar un lugar importantísimo en mi vida.

«Cielo Negro», mi bicicleta de ruta.

Estos años también me han servido para desterrar ciertos mitos entorno al ciclismo urbano. Algunos como la seguridad: no he sufrido ningún intento de robo hasta el momento (aunque conozco quienes sí) ni tampoco accidentes que tenga sentido mencionar (algún golpe pero tengo que admitir que por cierta negligencia de mi parte en gran medida), sí varios sustos, pero realmente tomando las precauciones necesarias que podría resumir en mantenerse visibles y practicar una conducción responsable los riesgos no son muchos y los beneficios son más.

Claro que existen inconvenientes, y hablando de Montevideo en particular uno de ellos podría ser la escasa infraestructura vial para el ciclista y un tránsito bastante agresivo, porque si bien los esfuerzos de la Intendencia de Montevideo por desplegar ciclovías y bicisendas es notable, falta fiscalización y educación hacia los automovilistas para que estos respeten ese espacio ciclista y es demasiado común ver ciclovías obstruídas por basura o -principalmente- automóviles, lo que dificulta el tránsito y supone un riesgo para el ciclista. Otros problemas pueden ser la polución en el aire (¿a quién le gusta practicar una actividad saludable mientras respira humo de caños de escape?) o el deterioro del pavimento en varias zonas de la ciudad, pero los considero problemas menores.

Scott Sub Cross, mi bicicleta urbana y de cicloturismo.

Desde mi experiencia entonces, el ciclismo urbano es algo que practico y recomiendo, no como la solución definitiva a algo, sino como una actividad sumamente beneficiosa y en ciertos aspectos «liberadora», y siempre que tenga la oportunidad intentaré incentivar a otras personas a practicarlo, ha sido un cambio positivo en mi vida y espero que para otras personas también pueda serlo.